¿Se dan cuenta, que tan a menudo, la publicidad sólo se centra en los precios? Ofertas, precios reducidos, precios bajos, precios mínimos… y así una lista enorme para decir lo mismo. ¿Por qué será que sólo nos centramos en el dinero? ¿tanta hambre pasamos? ¿acaso seguimos en la hambruna que heredamos de la guerra civil que asoló este país? Pues algunos si, supongo, algunos. Pero para el que dispone de un televisor y una radio para escuchar la publicidad y al que se le pega un folleto publicitario en la suela de sus “nique” sobre una lata de sardinas y un manojo de puerros con el aditivo precio “supe-reducido” es de entender que podría aspirar a algo más que valorar la comida en factor de su precio.
Imaginen una publicidad en el sentido de ofertar su calidad no su precio. “Hoy sardinas frescas del Cantábrico, cómprelas hoy mismo”, “Tomate recién cogido de la huerta, apresúrese”.
¿Han estado alguna vez en un mercado en Marruecos? Allí, primero miras lo que quieres, lo tocas, lo hueles, lo pesas y cuando estás convencido de que eso es lo que quieres preguntas ¿cuánto? ...y regateas.
Cuantas personas compran un aceite refinado de oferta medio euro más barato que un aceite de oliva virgen extra sólo por fijarse en el cartelito que tiene colgado encima de 2x2 metros donde pone ¡OFERTA ESPECIAL!. Nos están privando de nuestro propio criterio para elegir lo que queremos consumir, sencillamente.
En fin, esta no es una lucha comparable a la erradicación de la esclavitud, los derechos de la mujer o el precio del petróleo, claro está. Que cada uno elija lo que quiera hacer y el que opte por ampliar sus fuentes de información, bienvenido sea, porque existe mucha gente que cree en este camino y no duda en compartir y comunicar lo que sabe…
Jorge Mariscal