30 noviembre, 2005

Hoy por hoy


Ayer mismo me encontraba un artículo acerca de la variedad de alimentos que a menudo podemos encontrar en los diversos centros de distribución, y efectivamente, si hay una gran cantidad de productos desde frutas y hortalizas “frescas”, pescados, carnes, congelados, transformados como todos los derivados lácteos y bebidas, refrescos, vinos y champanes… No nos engañemos, espárragos de China, fresas marroquíes, tomates forzados bajo plástico almeriense, quesos pasteurizados, congelados de… ¿quién sabe?, vinos de variedades homogéneas cada vez con menos identidad, y sólo eso, productos con etiquetas y códigos de barras.

Abarcar todo el espectro de alimentos en un solo artículo tal vez sea una osadía, por ello, en principio quisiera centrarme en los productos frescos de frutas y hortalizas. A aquellos que hoy en día tengan la suerte o la desgracia de gustarles una buena verdura sin fibrosidad, una ensalada con su buen aceite y vinagre, tomate rojo con aroma y sabor, una fruta dulce; y digo suerte o desgracia porque si eres capaz de encontrar una serie de alimentos hortícolas que no entren en las cadenas de mercado de la actualidad es seguro que seas muy afortunado. Actualmente las líneas de mercado tratan de abarcar un mundo amplio en su totalidad para ser capaces de comer “algo” en todos y cada uno de los días del año sea lo que sea y por nuestro capricho. Lo más gracioso de esto es que además de consumir un producto que no sabe a nada, que no huele a nada, pagamos lo que sea e incluso lo más caro. ¡Y luego decimos que las manzanas y los tomates están caros!

Señores, hay que cambiar el “chip”, olvidémonos, hoy por hoy, de comer productos fuera de su temporada natural. La producción nada tiene que ver con la calidad, y mientras los que compramos lo hagamos a través de la vista, no tenemos las de ganar.

Tal vez, si de pequeñitos nos hubieran enseñado los placeres del gusto, apreciar lo amargo y lo ácido, lo dulce y lo salado, podríamos ser más críticos a la hora de consumir una serie de alimentos.

Jorge Mariscal

Defensa de la Biodiversidad y el Patrimonio Alimentario

Este fin de semana me desplacé al Rincón de Ademuz, al Primer Encuentro por la defensa de la Biodiversidad y el Patrimonio Alimentario que organizaba Slow Food España (podéis visitar en http://www.slowfood.com). Teniendo en cuenta que esta ha sido mi primera experiencia un evento a nivel nacional y un primer contacto con socios de otros conviviums, puedo calificarla como una experiencia fantástica, interesante y de mucho conocimiento en las diferentes áreas.

Yo, como cocinero y profesional de la cocina, es posible que haya sacado menos partido de este encuentro que otras personas, ya que el concepto de cocina, se tocaba bastante de refilón. En mi experiencia personal, puedo comentar, que aun habiendo tratado temas de agricultura, ganadería, ecología, etc. he de reconocer, que creo haber aprendido bastante, y a su vez, remarcado un poco más el hincapié que hacemos día a día (unos pocos) en la buena alimentación, en el desarrollo del gusto y en la falta que nos hace comer bien y así intentar esquivar enfermedades bien de sobrepeso, cardiovasculares…

Con jornadas como ésta conseguimos unirnos más en la lucha por una alimentación sana, desde padres a hijos, y a la vez concienciarnos en que debemos de avanzar hacia una dieta rica de sabor, y de productos de temporada, procedentes cada uno de su época de recolección y en su momento óptimo de recogida. Es la única manera de poder apreciar el sabor, textura y olor de cada producto. Con todo esto, queda mucho más claro en concepto de Slow Food, y el objetivo de Terra Madre http://www.terramadre2004.org/, lugar donde se darán citas desde agricultores procedentes de los lugares más recónditos del planeta, con sus productos más singulares, a grandes estrellas de la cocina internacional. Yo como cocinero, en este encuentro en El Rincón de Ademúz, me siento orgulloso de mi profesión y porqué no decir, de mi profesionalidad, al ver que soy el último eslabón de la cadena, el que trasforma el producto final y el que tiene que enseñar a tratar de la mejor manera ese producto. Y aun que sea el último eslabón de una cadena, lo importante es pertenecer a esa cadena, y ayudar con el esfuerzo de cada día, a que siga fuerte y no se rompa.

David Catalán

Buenas Noches

En primer lugar no quisiera ocultar el miedo que tengo a verbalizar palabras, palabras y más palabras de cómo debe ser una alimentación sana... sin dar ejemplo. Yo no opino por los demás pero en mi caso particular pudiendo equilibrar mis hábitos alimenticios siempre derivo en horas y horas sin probar bocado, exceptuando algún que otro, más otro café, tal vez se cuelen una, dos, o tres cervezas... y finalmente mi garganta se dilata como la vagina de una mujer dando a luz y traga como si de un embudo se tratara para saciar ese agujero enorme que creó desde las seis y media de la mañana.

Particularmente trabajo con adolescentes y si se toca por algún motivo el tema de la alimentación siempre sale la “profe” dando consejos de lo que se debe y no se debe comer y por qué... ¡pero si realmente soy la primera errata dentro de una buena salud alimenticia! ¿Qué hago dando consejos?, en realidad esos ojitos me traicionan y me niego a dar un mal ejemplo, el problema es que la realidad laboral nos remite a la alimentación esporádica en cortos plazos de tiempo con el consiguiente dilema del atracón de las noches (algo horrible para la acidez y los sueños dulces...)

No se exactamente el tema concreto que se desea tratar, no obstante contaré... llámesele un cuento... Hace ya... creo que cuatro años... en un viaje por tierras extranjeras la niña quiso experimentar dígase algún día de limpieza estomacal... pasaron un par de semanas y el volumen de su cuerpo había bajado un par de quilos, sin embargo el sentimiento era de cargar con diez de más. Además de la debilidad que comenzaban a tener sus piernas se sentía como si hubiera fumado dos paquetes de cigarros seguidos y la felicidad de una sonrisa se tornó en una línea mustia y perezosa, dígase una mueca... en poco tiempo reaccionó su cuerpo ante la tontería y empezó a pedir comida... ¿qué ocurrió?, la niña hasta entonces alimentada por mama sentía curiosidad por aquellas curvas selectas de los gofres con chocolate y ya que había perdido un par de quilillos podía permitirse algún caprichillo que otro, y que otro, y que otro. La carne pasó a segundos platos, y la verdura... muy buena pero muy cara... ¡claro!... ahora entraba el tema económico. Pasó un mes, dos meses... a la niña le comenzó a caer el pelo, ¡valla por Dios!, eso ya no le gustó tanto, llegó a su tierra y muy mentalizada empezó una dieta equilibrada, pero ¿qué pasó?... de la nada a la cantidad se sumaron algunos quilillos de más... ¡en fin!, como había llegado escurriminada... no importaba. Al año siguiente casi finalizando la carrera la ilusión de la independencia le consumió y decidió irse por cuenta propia hacia otros lugares...esta vez sin posibilidad bancaria paternal, ¡sin posibilidad bancaria!... de repente pagar luz, agua...de niña a mujer alimentándose de pan y agua... descubrió pasar hambre por necesidad... y aquí ... terminó la tontería por siempre jamás. Mas tarde volvió a casa... pasaron dos años mentalizada... de repente de nuevo vida laboral diaria... no hay tiempo..., no hay dinero..., no hay...., pocas horas para comer, muchas de trabajo y nada para dormir... vuelta a la nutrición pésima y caída de pelo...

Nines Plà

29 noviembre, 2005

La educación en la alimentación

Atrás quedaron esas guarniciones, a veces auténticos festines gastronómicos en los encuentros sociales y familiares. Lo que era antes cotidiano se está convirtiendo en la gran pérdida tradicional. ¿Quién no recuerda los debates políticos padre e hijo y los asesoramientos maternos de una familia española?, siempre alrededor de la comida o cena era el encuentro obligado o las comidas de negocios o comidas de celebraciones importantes o un “porque hoy es hoy”. Pero son esas pérdidas de encuentros entre otros factores lo que esta llevando a una mala educación alimentaria. Los niños comen en el colegio, los padres trabajan todo el día y comen fuera, el concepto de familia se pierde y ello conlleva a que la gente ya apenas se sienta en la mesa. Así pues, hemos diseñado un modo de vida alimenticio donde el mejor restaurante es un McDonald's donde atienden pronto y acabas pronto, y si por un casual te puedes “escapar a comer a casa” pasas antes por la sección de precocinados, para meter algo al microondas y así desentenderse de cocinar. Nos acomodamos a un estilo de vida donde el tiempo “perdido”, hay que reducirlo al máximo, pero en este caso es tiempo dedicado a nuestra salud.

Y la realidad es que nos percatamos en las malas costumbres que tenemos en nuestra alimentación, pero la acción que ejercemos a veces sobre ella es nula. Una comida bien hecha y bien preparada ayuda a una mayor calidad de vida… Una cosa es comer y otra alimentar y eso es lo que se esta perdiendo en la dieta mediterránea. Lo que creemos nosotros que es comodidad poco a poco llega a ser una perdida de salud y el provocar unos malos hábitos que pueden llevar a consecuencias nefastas, incluso a desordenes en dietas.

Así pues, frente a una correcta dieta mediterránea debemos prestar una correcta actitud alimentaria, saboreando y dejando ingerir los alimentos con tranquilidad y provocando realizar una correcta combustión de los mismos, es decir, provocar una buena nutrición.
Francho Duque

23 noviembre, 2005

Es la hora

Un blog para expresar la preocupación de los jóvenes de hoy en día respecto al tipo de alimentación que estamos teniendo, así como de la agricultura, la sostenibilidad, la soberanía alimentaria, los derechos humanos y el respeto al Medio Ambiente. Es la hora, de reflexionar, de mostrar que también nos inquieta la gran influencia de las grandes producciones en contra de la calidad y de la naturalidad. ¿Corremos un riesgo?, ¿estamos en peligro?, ¿nos estamos dando cuenta?

Manda tu artículo a biomariscal@yahoo.es
Jorge Mariscal