30 noviembre, 2005

Buenas Noches

En primer lugar no quisiera ocultar el miedo que tengo a verbalizar palabras, palabras y más palabras de cómo debe ser una alimentación sana... sin dar ejemplo. Yo no opino por los demás pero en mi caso particular pudiendo equilibrar mis hábitos alimenticios siempre derivo en horas y horas sin probar bocado, exceptuando algún que otro, más otro café, tal vez se cuelen una, dos, o tres cervezas... y finalmente mi garganta se dilata como la vagina de una mujer dando a luz y traga como si de un embudo se tratara para saciar ese agujero enorme que creó desde las seis y media de la mañana.

Particularmente trabajo con adolescentes y si se toca por algún motivo el tema de la alimentación siempre sale la “profe” dando consejos de lo que se debe y no se debe comer y por qué... ¡pero si realmente soy la primera errata dentro de una buena salud alimenticia! ¿Qué hago dando consejos?, en realidad esos ojitos me traicionan y me niego a dar un mal ejemplo, el problema es que la realidad laboral nos remite a la alimentación esporádica en cortos plazos de tiempo con el consiguiente dilema del atracón de las noches (algo horrible para la acidez y los sueños dulces...)

No se exactamente el tema concreto que se desea tratar, no obstante contaré... llámesele un cuento... Hace ya... creo que cuatro años... en un viaje por tierras extranjeras la niña quiso experimentar dígase algún día de limpieza estomacal... pasaron un par de semanas y el volumen de su cuerpo había bajado un par de quilos, sin embargo el sentimiento era de cargar con diez de más. Además de la debilidad que comenzaban a tener sus piernas se sentía como si hubiera fumado dos paquetes de cigarros seguidos y la felicidad de una sonrisa se tornó en una línea mustia y perezosa, dígase una mueca... en poco tiempo reaccionó su cuerpo ante la tontería y empezó a pedir comida... ¿qué ocurrió?, la niña hasta entonces alimentada por mama sentía curiosidad por aquellas curvas selectas de los gofres con chocolate y ya que había perdido un par de quilillos podía permitirse algún caprichillo que otro, y que otro, y que otro. La carne pasó a segundos platos, y la verdura... muy buena pero muy cara... ¡claro!... ahora entraba el tema económico. Pasó un mes, dos meses... a la niña le comenzó a caer el pelo, ¡valla por Dios!, eso ya no le gustó tanto, llegó a su tierra y muy mentalizada empezó una dieta equilibrada, pero ¿qué pasó?... de la nada a la cantidad se sumaron algunos quilillos de más... ¡en fin!, como había llegado escurriminada... no importaba. Al año siguiente casi finalizando la carrera la ilusión de la independencia le consumió y decidió irse por cuenta propia hacia otros lugares...esta vez sin posibilidad bancaria paternal, ¡sin posibilidad bancaria!... de repente pagar luz, agua...de niña a mujer alimentándose de pan y agua... descubrió pasar hambre por necesidad... y aquí ... terminó la tontería por siempre jamás. Mas tarde volvió a casa... pasaron dos años mentalizada... de repente de nuevo vida laboral diaria... no hay tiempo..., no hay dinero..., no hay...., pocas horas para comer, muchas de trabajo y nada para dormir... vuelta a la nutrición pésima y caída de pelo...

Nines Plà

1 Comments:

Anonymous Anónimo said...

Hola Nines
Somos Joan y Espe, nos ha gustado mucho tu cuento (que no será tan cuento, no?) Te animamos a seguir escribiendo cosillas y a que compartas tus conociminetos...
Un saludo, nos vemos por Fata.

5:17 p. m.  

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